Cómo saber si tienes una vida #sexual sana y cómo mejorarla

Todos nos hemos visto envueltos alguna vez en una conversación sobre sexo. Es habitual que nos guste compartir nuestras experiencias y conocer las de los demás. Y es que hablar de sexo es hablar sobre lo que somos, seres sexuados que expresamos que lo somos a través de una de las características que nos constituye: la sexualidad.

Cuando hablamos de sexo, a menudo nos compararnos: queremos saber si nuestra vida sexual puede calificarse de ‘normal o sana’. Pero, ¿qué entendemos por tener una vida sexual sana y cómo podemos valorar si la nuestra lo es?

Mitos y confusiones sobre la sexualidad

Es importante entender que sexualidad no equivale a genitalidad, explica Miren Larrazábal, psicóloga clínica, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) y autora del libro ‘Sexo para torpes’.

Solemos relacionar la salud sexual con practicar mucho sexo, y aunque hay una parte importante que tiene que ver con cuerpo y el erotismo y en la que los sentidos juegan un papel importante, existe la expresión sexual más allá de la genitalidad.

Por un lado, debemos comprender que se puede ser sexualmente sano y elegir no mantener relaciones sexuales y que practicar sexo con mucha (o más) frecuencia de lo habitual tampoco implica tener una vida sexual más plena. Las enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados o disfunciones tampoco tienen por qué condicionar nuestra salud sexual.

No es fácil establecer baremos para medir qué es normal y qué no, pero hay que entender que el sexo solo puede ser problemático cuando genera malestar en uno mismo u otra persona, impide nuestro desarrollo como seres humanos o interfiere negativamente en alguna de las facetas de nuestra vida.

Si nos causa displacer o sensación de malestar, no es sano: la regla de oro del sexo es que consiste en dar y recibir placer. Nuestra sexualidad es sana siempre que nos aporte bienestar y podamos disfrutarla a nivel físico, psicológico y emocional.

La American Sexual Health Association (ASHA) define la salud sexual como la capacidad de aceptar y disfrutar de nuestra sexualidad a lo largo de nuestras vidas y la considera como una parte importante de nuestra salud física y emocional.

Por tanto, será importante recordar que la sexualidad es una parte natural de la vida, y que, como tal, implica mucho más que un determinado comportamiento sexual o genital.

¿Cómo mejorar la vida sexual?

1. Ama tu cuerpo y conócelo: una investigación de la Universidad de Texas apunta a una posible relación entre satisfacción sexual, y autoimagen y conocimiento del propio cuerpo. Los expertos consideran que estos aspectos pueden ser determinantes para la salud sexual.

Miren Larrazábal lo suscribe: “Conocer el propio cuerpo es fundamental. La autoexploracion y el autoerotismo son esenciales; es complicado poder compartir algo que no se tiene o que se desconoce”.

No conocernos dificulta el poder compartir nuestra sexualidad con otra persona. “La buena sexualidad comienza por el buen conocimiento de uno mismo”, añade Larrazábal.

2. Ten buena comunicación con tu pareja: aunque conozcamos a alguien desde hace mucho tiempo, es imposible adivinar lo que le gusta si no nos lo comunica. Además, la gente cambia y la única manera de que las demás personas sepan de los gustos de cada uno, es hablándolo.

Una buena comunicación puede conllevar cierto esfuerzo, pero es importante expresar nuestros deseos; no hacerlo dificulta que la otra persona sepa lo que nos gusta y lo que no y reaccione en consecuencia.

3. Ayúdate del lenguaje: también hay estudios que intentan demostrar que ciertos comportamientos o juegos ayudan más a la satisfacción sexual que otros. En el caso de las conversaciones subidas de tono, las palabras eróticas o las fantasías verbalizadas, además, se puede contribuir a que mejore la comunicación.

Como apunta la especialista, el oído es un sentido fundamental en la sexualidad y compartir una fantasía puede llegar a excitar mucho. Es un inductor sexual externo, aunque hay gente a la que puede no gustarle que le hablen. Más que una premisa, es una habilidad erótica así que, como tal, conviene entrenarla.

4. Cuida tu relación: una relación feliz puede traducirse en una vida sexual saludable. Un estudio de la Universidad de Indiana sugiere que la vida sexual mejora cuando la relación es buena. Aunque de acuerdo con la Presidenta de la FESS, no tiene por qué.

“Sexo y amor son dos variables diferentes y, aunque muchas veces estar enamorado de una persona puede reforzar la relación sexual, también se puede tener una buena relación a todos los niveles excepto el sexual, y viceversa. Sexo y amor son dos sistemas motivaciones del ser humano que no necesariamente van unidos”, añade la experta.

5. Innova: la creatividad sexual o erótica es otra habilidad a tener en cuenta: “El sexo no esta entre las piernas, sino en el cerebro, que es el órgano sexual más potente. La capacidad de imaginar y fantasear es fundamental”, asegura la especialista.

Por otro lado, la innovación no siempre tiene que ser drástica o especialmente notable: puede tratarse de pequeños detalles, sutiles, que a menudo producen una gran satisfacción.

6. Olvídate de la cantidad: en el sexo, como en tantos otros aspectos de la vida, menos puede ser más. Ni practicar sexo muchas veces nos va a hacer más felices, ni hacerlo menos nos agriará el carácter. Relacionar salud y vida sexualidad con la cantidad de veces que se practica el coito es reducir el concepto a su aspecto genital.

Como sabemos, una vida sexual sana va mucho allá de la penetración: también es seducción, erotismo, besos, caricias. Son todas esas prácticas capaces de proporcionarnos un estado de bienestar físico, psicológico y emocional.

Además, el fin obligatorio de la sexualidad no tiene por qué ser el orgasmo: la experiencia orgásmica es un estado de clímax en la excitación que resulta muy agradable cuando se produce, pero que no supone condición ni obligación para el placer.

No se trata de conseguir récords, medallas o trofeos. El sexo no tiene nada que ver con el deporte, no es una competición; solo tiene que ver con dar y recibir satisfacción, siempre y cuando se respeten sus cuatro bases fundamentales: libertad -siempre ha de ser consensuado-, seguridad -que nos permita abandonarnos al placer-, responsabilidad -somos responsables de nuestro propio disfrute tanto a solas como en pareja- y placer -el derecho al placer ha sido conquistado hace poco tiempo, y hay que celebrarlo”, concluye Miren Larrazábal.

Fuente: http://ow.ly/JqUg3082h50

Categoría: GENERAL Lunes 16 de Enero del 2017