El gran peligro para la salud de viajar en avión con frecuencia

“El lado más amable de la movilidad está envuelto en glamour. Los aspectos más oscuros están, sin embargo, ignorados e incluso se esconden”. Son palabras de Scott A. Cohen de la Universidad de Surrey, quien en un estudio publicado el pasado año alertaba sobre las repercusiones para la salud que tiene coger un vuelo con asiduidad.

No es el único trabajo que avisa sobre estos riesgos. Como cualquier actividad realizada de forma excesiva, utilizar el avión repetidamente comporta serias contingencias para los viajeros.

La cuestión es peliaguda. Cada vez más personas eligen este medio de transporte para sus vacaciones por los fantásticos precios que se consiguen hoy a través Internet. Por otra parte, la situación económica ha empujado a mucha gente a vivir fuera de su país en busca de oportunidades, y los desplazamientos hacia la nación de origen, para visitar a la familia, y la ciudad en la que se trabaja son cada vez más reiterados. Por último, fuera de la tripulación, los más afectados son los trabajadores que se ven forzados a tener que pasar muchas horas de su vida de un aeropuerto a otro y que pueden verse afectados por trastornos que, hoy por hoy, no se consideran enfermedades laborales. ¿Se están ocultando estos peligros para no perjudicar a las compañías aéreas? ¿Acaso no se habla apenas de este asunto para no atacar al sacrosanto concepto de movilidad que tanto valor tiene en el mundo laboral?

Los 'frequent flyers' tienen el mismo riesgo de padecer cáncer que los obesos

El número de desplazamientos aéreos se está viendo incrementado en una buena parte de la sociedad, que se ve arrastrada por las formas de vida y residencia que Zygmunt Bauman calificaba de ‘Modernidad líquida'. Según la investigación de la Universidad de Surrey, el mundo contemporáneo concede un alto valor al desplazamiento y a la flexibilidad, siendo estos conceptos dos símbolos de estatus, propios de grandes directivos o clases adineradas, repletas de tiempo de ocio, que se pueden permitir una vida de aventura.

Te explicamos a continuación los daños que estos viajes pueden provocar en tu salud y que algunos no quieren que sepas.

Riesgos que no contemplabas

Las conclusiones de un trabajo llevado a cabo por el Baylor College of Medicine son significativas: los viajeros que utilizan demasiado el avión, los llamados en el mundo anglosajón 'frequent flyers', tienen el mismo riesgo de padecer cáncer que los obesos. La principal causa es el 'jet lag', culpable del incremento de los ácidos biliares que el hígado genera. Ello hace aumentar drásticamente los riesgos de contraer una enfermedad.

Viajar atravesando diferentes husos horarios, obliga además a los pasajeros a tener que permanecer despiertos en momentos de la jornada en los que tendrían que tener un sueño regular. Esto trastoca los ritmos circadianos, o ritmos biológicos, y desata un efecto en cadena.

Los viajes frecuentes pueden afectar al envejecimiento y al sistema inmunitario, aumentando también el riesgo de sufrir ataques al corazón

Los investigadores han recreado una situación análoga a la de los 'frequent flyers' con ratones de laboratorio. Modificando los periodos de luz y oscuridad, y no cambiando la dieta de los roedores, se descubrió que estos empezaron a ganar peso de manera desproporcionada y vieron incrementada, de manera también alarmante, su nivel de grasa corporal. Los ratones llegaban a perder el control del metabolismo hepático. Algunos de ellos se veían también gravemente afectados por enfermedades en el hígado, que fueron agravándose hasta desarrollar inflamaciones crónicas e incluso tumores.

Para prevenir las graves consecuencias del ‘jet lag’, Victoria Sowards, directora del departamento de enfermería en la clínica PassportHealth, señala lo que hay que evitar: “Beber alcohol antes o durante un vuelo puede multiplicar los efectos y afectar al sueño. El ambiente dentro del avión es seco, por lo que también es fundamental beber mucha agua”.

Problemas cardiovasculares

(iStock)

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Según la Clínica Mayo los viajes frecuentes pueden afectar a los genes asociados al envejecimiento y al sistema inmunitario, aumentando también el riesgo de sufrir ataques al corazón.

Sowards llama también la atención sobre otro peligro de relevancia: la trombosis venosa profunda. Se trata de coágulos que se forman en ciertas partes de las piernas, los muslos y la pelvis. A diferencia de las venas superficiales, cercanas a la piel, las venas profundas se encuentra entretejidas en los grupos de músculos. El escaso espacio del viajero que se desplaza en clase turista y los cambios de presión dentro del avión están detrás de estos problemas vasculares.

La especialista ofrece algunos trucos para paliar estas afecciones: “Dar breves paseos por el pasillo del avión, mover los tobillos y hacer algún tipo de estiramientos”. Si se tienen antecedentes familiares: “Habla con tu doctor para valorar la toma de aspirina, u otro medicamento similar, antes de coger un avión”.

El uso de medias de compresión reduce también la incidencia de trombosis en personas que realizan vuelos de larga distancia.

Adiós bienestar

Los problemas psicológicos no pueden tampoco ser dejados de lado. Los empleados de las compañías muestran con frecuencia déficits cognitivos que implican un significativo deterioro de la memoria.

No hay que olvidar los importantes efectos sobre la salud mental de tener que estar proyectando viajes. El estrés, la ansiedad y la fatiga forman parte de aquellos que preparan continuamente la maleta y que se ven obligados a adaptarse a los cambios culturales y de idioma con los que se van topando inevitablemente en cada estado que visitan.

Los empleados de las compañías muestran con frecuencia déficits cognitivos que implican un significativo deterioro de la memoria

Tampoco hay que olvidar los efectos sobre la familia, los amigos y el bienestar social causados por los desplazamientos del 'frequent flyer'. La sensación de aislamiento entre los viajeros frecuentes es muy común. Los trabajadores que se ven obligados a desplazarse sienten una intensa sensación de soledad, al tiempo que muestran una gran sentimiento de culpabilidad por abandonar de manera intermitente a sus cónyuges e hijos. Las consecuencias para las parejas son a veces devastadoras.

Con todo, la gente se ve obligada a adaptarse a su medio. Señala Sowards: “Quienes viajan semanalmente tienen trucos y técnicas para luchar contra estos problemas. Han tenido que aprender a dormir en los aviones y han creado sus rutinas”. Las palabras de Sowards suenan a consuelo, pues, a fin de cuentas, el medio es visiblemente hostil. Pero el mundo moderno es agresivo, por eso resulta cómodo ocultar las secuelas que quedan silenciadas tras las nuevas formas de trabajo bajo un concepto indefinido, y poco tangible, como el de movilidad.

Fuente: http://ow.ly/dwYC307t4sO

Categoría: GENERAL Martes 27 de Diciembre del 2016